martes, 15 de diciembre de 2009

Llenas de gracia


Por Nolita W. de Theo



Juan 1:16 "Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia".


Cuando mis hijos me desobedecen, ellos saben que en la gran mayoría de las ocasiones, recibirán la consecuencia de dicho acto. Aunque no es una tarea agradable, sé que es una lección importantísima para ellos que les servirá por el resto de sus vidas. Sin embargo, en ocasiones, se da el caso que les perdono su "pecado" y les digo: "En esta ocasión, no te daré lo que mereces. Te voy a perdonar". Este es un ejemplo muy sencillo, quizá, de la gracia.


Un acto de perdón, cuando ya se merecía algo diferente. Un favor que no es merecido. Uno se siente fantástico al recibir algo así, pero no cometamos el error de equivaler nuestra gracia con la de Dios, ya que la de Él es algo mucho más extensa y completa que nuestra idea humana de la gracia. Juan nos dice que de la plenitud de quién es Él, todos tomamos, una y otra vez, de la gracia. En el original, esta palabra "charis" significa "tener gracia en su actitud o acciones;...la influencia divina sobre el corazón, y su reflejo en la vida, incluyendo la gratitud...".
Una de las mayores influencias de su gracia es su ayuda. Todos podremos afirmar que las dificultades llegan y, en ocasiones, sentimos que no podemos seguir adelante. En ese momento, Dios llega y nos dice que sí podremos superar cada prueba y cada obstáculo por su gracia, que es suficiente para toda necesidad. Dios le recuerda a Pablo esta verdad en 2 Corintios 12:9: "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad".
¡Me sorprende pensar que a través de mi debilidad humana, el poder de Dios puede ser reflejado! A pesar de mis problemas, mis pruebas, mis tragedias y mi tristeza, puedo seguir manifestando la obra de la gracia de Dios en mi vida. Cuando soy débil, puedo permitir que el poder de Dios sea manifiesto, y reconoceré que no hago lo que hago en mi propia fuerza o habilidad.
Hebreos 4:16 me dice que puedo acercarme con confianza al trono de Dios, que es un trono de gracia. Allí alcanzaré misericordia y gracia para una ayuda en el momento que la necesite. El versículo 15 me asegura que Él me entiende y sabe lo que estoy sintiendo y enfrentando. Esto me da mucha paz y seguridad. Es fácil sentir que somos los únicos que pasamos por ciertas pruebas o luchamos con ciertas emociones.
Sin embargo, no es el único beneficio que me brinda la gracia de Dios. En 2 Corintios 9:8, dice: "...poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia... para que abundéis para toda buena obra...". Nos da, por su gracia, la habilidad de vivir como Él, actuar como Él.
Nos gusta más la idea de recibir gracia que la de darla, ¿verdad? Pero Mateo confirma esto diciéndonos que debemos dar de gracia lo que hemos recibido de gracia (10:8). Nuestras buenas obras, pues, son una evidencia externa de la obra de gracia en nuestra vida.
La promesa es que al dar gracia, esto estimula el amor y las buenas obras también en los demás (Hebreos 10:24). Mi gracia, pues, puede afectar para el bien no sólo mi vida, sino la de otras personas, ya sea mi familia, compañeros de trabajo o vecinos.
Esto me dice que al haber recibido por gracia la revelación del Verbo y su favor, obra y salvación, se deberán ver en mi vida algunas actitudes o acciones que confirmen esta obra.
Cuando mi hijo recibe gracia de mi parte, ese favor que no merece, casi siempre sigue una actitud de agradecimiento. También, de nuestra vida, deberá fluir una actitud de gratitud por lo que Dios hace en y a través de nosotros. No caigamos en la trampa de ver solamente los problemas al punto de olvidar las bendiciones, la fuerza, el perdón de Dios. La gratitud es una parte íntegra de la gracia, y debemos desarrollar esta actitud para con nuestro Dios.
Salmo 103 nos dirige a bendecir a Dios en todo momento, y no olvidar ninguno de sus beneficios. Los salmos están llenos de instantes de alabanza a Dios y expresiones de gratitud por sus obras. En 1 Timoteo, dice: "Doy gracias al que me fortaleció...", y 1 Corintios 15:57: "Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de Jesucristo...", y Efesios 5:20 dice que debemos dar siempre gracias por todo, en el nombre de Jesús.
Seamos, pues, mujeres que sepamos a dónde acudir en nuestro momento de necesidad; y también que podamos regalar a los demás, por medio de nuestras buenas obras, la misma gracia que Dios nos ha brindado. Mujer, que nuestra boca y corazón sean llenos siempre de alabanza y gratitud a Dios por todo lo que ha hecho en y a través de nosotras. Mujeres llenas de gracia.
--Nolita W. de Theo es la autora de La mujer de Sus sueños, publicado por Casa Creación. Además, contribuye con artículos para revistas y edición de libros. Reside en Houston, Texas, junto a su familia.

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