lunes, 23 de noviembre de 2009

Cindy Jacobs y un angel


Por Cindy Jacobs



-Leslyn musch y yo acabábamos de llegar a Caracas, Venezuela. Cuando bajamos del avión al aire pesado de la noche, dije: "Seguro que alguien ha venido a recogemos. Mi español no es muy bueno". Estaba bromeando, pero mis palabras eran más proféticas de lo que imaginaba.
Eran alrededor de las 9:30 p.m. y estábamos cansadas des­pués de un largo día de viaje.


Recogimos nuestro equipaje y pasamos poda aduana sin complicaciones. Expectantes, recorrimos la multitud con la mirada en busca de alguna señal de bienvenida o de alguna persona enviada por la iglesia para venir a buscamos. No había ninguna señal, y tampoco había un conductor. Ambas nos miramos como diciendo "quizás están demorados por el tránsito".
El tiempo pasaba, así que decidí poner a prueba mi español. Pero todo el mundo se estaba yendo. Para nuestra consternación todas las tiendas empezaron a cerrar: la casa de cambio y los mostradores; todo. Sucedió tan rápidamente que no nos dimos cuenta de que estábamos en apuros hasta que fue demasiado tarde. ­
Encontramos a algunas personas y les preguntamos en nuestro limitado español si era seguro viajar a la ciudad en taxi. La gente nos miraba verdaderamente horrorizada y exclamaba: "¡Peligro!". Podía entenderlo bien, aunque casi no hablaba español. Al fin, después de arrastrar nuestro equipaje por el aeropuerto, nos sentamos en un lugar visible. Asomé la cabeza para ver si había filas de automóviles o trán­sito que pudiera causar nada demora, o si había alguien que se acercara diciendo con alivio (tanto para ellos como para nosotros): "¡Siento haber llegado tarde!" No había tránsito ni nadie que nos buscara. Leslyn y yo nos sentamos sobre el equipaje y nos miramos. Le dije: "Creo que es hora de empezar a orar ¡con fuerza!". Ella asintió. .
- Cada vez se hacía más tarde y nuestras oraciones eran cada vez más fervientes, cuando de pronto un simpático joven vestido de traje; al parecer venezolano, se nos acercó. "Hola", dijo alegremente en un perfecto inglés, "estoy aquí para recibir a las personas muy importantes [VIP]. ¿Necesitan ayuda?"Se había quedado corto con la pregunta. ¡Vaya si necesi­tábamos ayuda!.
Había intentado llamar por teléfono 'al hotel antes, peto me dijeron que necesitábamos una tarjeta telefónica; para adquirir una, necesitábamos moneda local y la casa de cambio estaba cerrada. Le expliqué al joven que necesitá­bamos llamar al hotel pero que no teníamos una de esas tarjetas. "No Hay problema", dijo, sonriendo y sosteniendo una en el aire. "Yo tengo una." "Grandioso" respondí, y doblamos la esquina para ir a los teléfonos, dejando a Leslyn para que cuidara el equipaje. le di al joven venezolano el número del hotel, él lo marcó, habló con la recepción, y luego me paso el teléfono a mi. Afortunadamente, la persona que estaba del otro lado de la línea hablaba ingles
Por fin, estamos llegando a alguna parte, pensé aliviada.
Mientras esperaba que el empleado buscara nuestra reser­vación: miré disimuladamente al hombre del aeropuerto y agradecí al Señor por él. Me dio otra de sus maravillosas son­risas y dijo: "A propósito, mi nombre es Luís y soy un ángel enviado por Dios". Me quedé mirándolo fijamente sin poder creer lo que acababa de oír mientras sostenía el auricular del teléfono. "¿Tú eres un ángel?" una vez más sonrió y luego señalo hacia el cielo y respondió: "Sí, tú sabes, de allí".
Antes de colgar el teléfono, ya se habían hecho los arreglos necesarios para que un chofer del hotel viniera a recogernos. Luís y yo volvimos a donde estaba Leslyn. Debo admitir que estaba como en un estado 'de shock Aún no estaba total­mente convencida de que me hubiera ayudado un ángel de verdad, enviado por Dios.
Le conté a Leslyn que un coche iba a venir a buscamos y cuando me di vuelta, Luís se había ido. Nunca lo volvimos a ver. Al día siguiente nos enteramos de que nos esperaban a las 10:00 a.m. y no a las "10:00 p.m” Eso explicaba por qué no había ningún chofer esperándonos. ¡Gracias a Dios por nuestro ángel de bienvenida!
No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles (Heb. 13:2).¿QUÉ HACE A LOS ÁNGELES SERES ANGELICALES?
La mayoría de los creyentes tiene una historia de ángeles, o puede relatar un incidente en el que fueron protegidos de forma sobrenatural. Cuando hablo sobre este tema y pregunto: ¿Cuántos de ustedes podrían contarme alguna situación en la que fueron protegidos por lo que ustedes sin­tieron que era intervención angélica? La mayoría de la gente de la audiencia levantaría la mano.
La Biblia está llena de historias de ángeles e incluso nos dice que Dios los envía para ministramos.
Esto no nos sorprende ya que La Biblia está llena de his­torias de ángeles e incluso nos dice que Dios los envía para ministramos (ver Heb. 1:14).

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